Un derbi sevillano en el Villamarín


¿Qué es el fútbol? Las personas que no disfrutan de este deporte dirán que son solo veintidós hombres detrás de una pelota. Pero nada más lejos de la realidad. El pasado domingo, en el Estadio Benito Villamarín, se escenificó lo que para mí es el fútbol.

Para mí, el fútbol es eso. Un derbi sevillano, con su alegría y sus colores. Una ciudad preciosa como es Sevilla teñida de verdiblanco o, por otro lado, de blanco y rojo. El fútbol son familias reunidas para ver un partido, “divididas” por unos colores, con un sinfín de bromas o comentarios burlones hacía el bando contrario.

El derbi sevillano tiene eso y mucho más. Porque a diferencia de otras rivalidades, este partido tiene una resaca de varios meses. Concretamente, hasta el partido de vuelta. Los encuentros como el del domingo siempre tienen un tercer tiempo, los lunes en las calles de la ciudad, en los bares o en los puestos de trabajo. Unos soltando bromas sin parar, y otros encajándolas de la mejor manera posible, anhelando el momento de la revancha.

El fútbol también es recibir a tu equipo con miles de personas, cuyas bufandas ondeaban sin cesar. Recibir al autobús de tu equipo con canticos y el ruido de las palmas que no contemplaban el momento de dejar de resonar. Todo esto acompañado siempre de un comportamiento cívico, dejando lo más lejos posible cualquier tipo de hostilidad o acto violento.

Y como no, el fútbol debe ser exactamente eso, fútbol. Intensidad desde el minuto uno. Tensión en cada balón dividido, nerviosismo en los banquillos, ilusión en las gradas. Los focos del campo iluminando a las estrellas que pisan el verde, y el cantico de los aficionados haciendo las veces de banda sonora.


Pero sin duda alguna, los partidos como el del pasado domingo sirven para ver qué es el fútbol y para quién está hecho. Porque si, porque este deporte es grande gracias a personas como él. Porque a pesar de lo que digan, tu no sigues siendo jugador a los treinta y siete años de edad por ser gracioso. Por mucho que algunos no lo quieran ver Joaquín.

Tú sigues jugando porque sientes el escudo como nadie. Porque en la charla inicial eres capaz de erizar la piel a cualquiera. Porque el brazalete está hecho a tu imagen y semejanza. Porque aceptas tu rol de suplente, deseando que te toque el momento de saltar al campo y dejarte el alma sobre el césped. Tú que eres canterano desde pequeño, que llevas toda tu vida mamando beticismo, eres el que tenía que anotar ese gol de cabeza. Con esa misma cabeza que solo sabe pensar en verde y blanco. Era el derbi del Betis y, por consiguiente, la historia quiso que fuese el derbi de Joaquín Sánchez.

Para mí esto es el fútbol. Sentimientos, emociones, canticos, aficiones, colores y familias disfrutando todos al unísono. Porque, aunque cada uno tenga un color, una devoción hacia un determinado equipo, para mí el fútbol se podría definir perfectamente como: “Un derbi sevillano en el Benito Villamarín”.


Una situación del “revés”


Vergüenza ajena. Eso es lo que sentí en el día de ayer mientras veía un programa deportivo en la televisión. Cuando se emitieron unas imágenes de la tenista francesa Alize Cornet. Mi indignación no viene por la emisión de dicho video, sino por la connotación machista del mismo.

Al parecer, la tenista Alize Cornet, mientras disputaba un partido del US Open (EE.UU) se quitó la camiseta durante cinco segundos para darle la vuelta a dicha prenda que se había colocado del revés en el vestuario. Acto seguido, el juez de silla le llamó la atención a la deportista francesa insistiéndole en que “no podía hacer eso en la pista. Y que eso no está bien”.

Me parece deleznable esta situación. En primer lugar, Alize Cornet se quitó la camiseta unos segundos para colocársela bien, en ningún momento lo hizo con otra intención. En segundo lugar, durante esos segundos que la tenista francesa se quitó su camiseta, nadie podría escandalizarse por nada puesto que esta llevaba un sujetador deportivo, tratándose esta prenda de una tan visible como un bikini o la ropa interior que suelen llevar las mujeres.

No obstante, lo que me parece totalmente inadmisible es que, en un torneo donde se han disputado partidos con más de 35 grados, y donde las imágenes de los tenistas masculinos sin camiseta en sus banquillos son bastante frecuentes, me parece lamentable que se le llame la atención a una jugadora que solo quería colocarse bien una prenda.

Es decir, en un país como Estados Unidos, que se presupone que encabezan los ideales de igualdad de género y de respeto a todos los deportistas independientemente de su sexo, se escandalizan por ver a una mujer con un sujetador deportivo. Es decir, mientras los hombres pueden descansar en sus banquillos, despojándose de sus camisetas, refrescándose de las altas temperaturas que están teniendo lugar en las pistas estadounidenses, ¿tenemos que asumir que las mujeres no pueden ni cambiarse una simple camiseta durante cinco segundos?

Vivimos tiempos donde levantamos la voz por sandeces, atribuyéndole el término machista a cosas que no lo son, y luego vemos cosas de este tipo y nos parecen normales. Es más, en el mundo del deporte, donde hemos visto que las mujeres son igual o mejores que muchos deportistas masculinos, consiguiendo grandes logros y siendo ejemplo para miles de jóvenes, se valora más que no muestren ni un centímetro de su torso y no todo lo que trasmiten como deportistas.

No estoy a favor de levantar la voz por cualquier cosa y calificar libremente cosas como machista. Creo en la igualdad, en el mismo tratamiento tanto a hombres como mujeres. Mientras estos pequeños detalles absurdos, y que son fácilmente evitables, sigan estando presentes en los grandes torneos, la igualdad no reinará como debe, y de este modo nadie ganará. Los que quieren utilizar el machismo para luchas absurdas e interesadas seguirán teniendo una excusa y, por otro lado, los que queremos que tanto hombres como mujeres sean tratados exactamente igual, seguiremos sintiendo una profunda vergüenza a ver imágenes como las de Alize Cornet.





Pd: Os dejo el enlace para que veáis las imágenes. 



La reina y su corona 





Carolina es historia del deporte español. La onubense conquistó su tercer mundial, siendo así la única jugadora en colgarse tres medallas de oro. La jugadora española ya logró conquistar un mundial en los años 2014 y 2015 y ahora lo ha vuelto hacer. El último lo ha conseguido tras imponerse a la india Pusarla Shindu por 21-19 y 21-10.

Carolina Marín representa muy bien el enorme crecimiento del deporte femenino en España. Y es que es una evidencia que en los últimos años las mayores alegrías de nuestros deportistas vienen de la mano de ellas, nuestras chicas. El mejor ejemplo fueron los juegos de Rio de 2016.

En dicha competición, de las 17 medallas que consiguió el equipo español, 9 vinieron como fruto del enorme trabajo que realizaron las españolas. Además, de esas 9 medallas femeninas, 4 fueron medallas de oro y 3 medalla de plata. Toda una verdadera declaración de intenciones. Desde hace tiempo ya que las deportistas españolas “han venido” y lo han hecho para quedarse.

Pero dejando a un lado el deporte por géneros, Carolina Marín personifica cosas mucho más importantes que cualquier título físico. La onubense representa la eterna perseverancia, el hecho de ser constante, la imposibilidad de rendirse y nunca dejar de creer.

Una mujer que nació en Huelva, un lugar donde el bádminton apenas era conocido (por no decir totalmente desconocido), y que se propuso hacerse un hueco en la historia de dicho deporte. Lo curioso es que, tal y como me confesó ella una vez, Carolina comenzó bailando flamenco. Pero fue gracias a una amiga que ya jugaba a bádminton por lo que ella decidió jugar también. ¡Bendita decisión!

Lo mejor de Carolina es que sigue manteniendo la sencillez y la timidez de aquella chica que salió de Huelva para intentar ser una gran jugadora de bádminton. Hoy años más tarde, se le comienza a considerar como una de las mejores jugadoras de la historia de este deporte y, por consiguiente, del deporte español.

Carolina hace tiempo que se sumó a la lista de los muchos deportistas que son ejemplo dentro y fuera de sus terrenos de juego. Los Nadal, Gasol, Mireia Belmonte o la propia Carolina Marín, representan los valores que han de ser inculcados a nuestros pequeños. La mentalidad de trabajo, de respetar al rival. De mantener la humildad en la victoria y la deportividad en la derrota. Y especialmente, si hay algo que resumen a la perfección a estos deportistas es la inconcebible idea de arrojar la toalla y rendirse nunca. Creen hasta el final y, a su vez, nos hacen creer a nosotros. Por eso son lo que son, y por ello son historia del deporte mundial.

Es una enorme alegría para todos los aficionados al deporte ver cómo, una vez más, la reina del bádminton se vuelve a colocar su corona.

Te lo prometo, Cristiano




Te vas, y ya no hay vuelta atrás. Parece que fue ayer, aquel inolvidable 6 de julio de 2009, cuando pisaste por primera vez el Santiago Bernabéu. Cumpliéndose así el sueño de millones de espectadores que soñaban con verte algún día vistiendo la camiseta blanca. En esa tarde, anotaste tu primer gol, al gritar aquella frase: “1, 2, 3… ¡Hala Madrid!”.

Las piezas comenzaban a encajar. El club más grande de la historia del fútbol estaba hecho para ti, y tú, eras la personificación de los valores del madridismo. Te hemos visto sangrar por este escudo, y pese a todo, levantarte y seguir peleando como el que más. Luchando sin importar cuán importante fuera la cita o el rival, tan solo concebías un solo pensamiento: ganar. ¿A caso el Real Madrid no es lo que es porque ha ganado siempre más que nadie?

Solo los necios negarían que la definición de profesionalidad se te queda corta desde el primer día hasta el último. Un jugador que durante 9 años ha disputado 438 partidos, anotando 450 goles y dando 120 asistencias. Has levantado 16 títulos, entre ellos, las 4 Champions League en los últimos 5 años. Perteneciendo así a una de las épocas más doradas de los 116 años de historia que tiene el Real Madrid.

Además, te has convertido en el máximo goleador de la historia del club, superando a toda una leyenda como Don Alfredo Di Stéfano. Pero todo esto cobra mucha más importancia sabiendo que lo has hecho en el Real Madrid. Es obvio que la exigencia y el peso del escudo madridista no se puede comparar con nada ni nadie. No todo el mundo puede soportar la presión a la que te somete el club más importante del planeta.

Sin embargo, para ti no era suficiente con aguantar dicha responsabilidad, sino que tenías que grabar tu nombre para siempre en la historia de este equipo. Y es que esto eres Cristiano, un jugador incansable e inconformista, en el mejor sentido de ambas palabras.

Desde aquí prometo contarles a las generaciones venideras quién era Cristiano Ronaldo. Disfrutaré explicándoles como imponía respeto en el área rival el mayor goleador de todos los tiempos. Haré especial hincapié detallándoles cada uno de los valores positivos que has transmitido, a pesar de haber tenido que soportar todo tipo de insultos y faltas de respeto desde el primer día que pisaste suelo español. Quizá incluso desde antes.

Prometo contarles como 9 años después de abandonar Manchester la gente aún sigue luciendo con orgullo tu camiseta y cantando tu nombre. Puede que allí si sepan apreciar lo mucho que das a un equipo, a una ciudad, a una Liga. Quizá el problema del odio que se te tiene en algunos rincones de España proceda de una mentalidad distinta.

Te prometo que no olvidaré en detallarles cómo te elevaste en el cielo de Turín para realizar aquella inigualable chilena. Contaré con admiración como la presión no te pudo para anotar el penalti de la final de Milán, o como te impusiste ante todos en la final de Cardiff. Recordaré como fulminaste a tu rival con un cabezazo descendiendo del cielo de Mestalla. Les pondré la imagen de cómo un jugador nacido en Madeira silenció al Camp Nou con su eterno: “calma, calma”, mientras anotaba un gol que servía para ganar una Liga.

Darte las gracias es algo obligatorio, aunque innecesario, porque tu carrera no comenzó en 2009, y no termina en 2018. Te seguí en el United y conseguiste que siguiese a ese club. En el Real Madrid me hiciste disfrutar como nadie, y en la Juventus te seguiré apoyando y disfrutando.

Hace poco, hablando con un amigo, me dijo: “A Cristiano, o lo odias o lo adoras”. Pese a no entender bien el motivo por el cual hemos de odiarte, acto seguido comprendí que solo la mediocridad produce indiferencia, y si hay algún calificativo con el que Cristiano Ronaldo no pueda ser definido es ese. Por mil y una razones eres un ejemplo para miles de chavales, dentro y fuera de los terrenos de juego.

Prometo no olvidar contarles las múltiples acciones solidarias que llevaste acabo. Las incontables decisiones benéficas que realizaste, sabiendo que igualmente, no sería valoradas por tus detractores. Pero esa es tu grandeza, que no hacías ni haces las cosas por caer en esa falsa humildad que tanto se estila en otros rincones de tu profesión.

Y para finalizar, prometo no olvidar todas las alegrías que me has dado durante todos estos años. Prometo no dejar que este sentimiento de eterno agradecimiento se vaya nunca de mi cabeza, puesto que ya sabemos lo efímera que es la memoria en el fútbol. Prometo que nunca olvidaré quién fue y lo mucho que hizo por el fútbol aquel jugador portugués que llegó para heredar el mítico siete blanco. Muchos aficionados te estaremos eternamente agradecidos. Yo por mi parte, seguiré disfrutando de tu fútbol, de tus goles, de tus valores, de tus enfados y de tu eterna e incansable entrega en cada encuentro. Te lo prometo, Cristiano. 

Un quiero y no puedo




Estamos fuera, y de una manera muy pobre. Es la única evidencia que podemos sacar en claro de la participación de nuestra selección. Ahora solo podemos leer, escuchar y ver palabras negativas haciendo referencia a nuestros jugadores. Quizá con toda la razón del mundo.

Es lícito decir que jugadores como Silva, Iniesta, Busquets, Carvajal, De Gea… no han estado a la altura de la competición. Un Mundial es el evento futbolístico más importante del mundo, y no se puede jugar todos los partidos andando, dando por decreto que con solo el nombre se ganan partidos, y moviendo el balón de lado a lado sin sentido.

¡Ojo! Y no cuestiono el “Tiki-taka” que nos hizo campeones, ya que considero que esto no es eso. El “Tiki-taka” tenía profundidad, verticalidad, una transición del balón mucho más rápida. La pelota se movía con una idea clara o con el objetivo de llegar a portería madurando una jugada. Ahora el balón se mueve de lado a lado acumulando pases acertados y altos porcentajes de posesión que carecen de valor. España ha hecho un Mundial de Rusia bastante pobre, eso es algo obvio.

No obstante, ayer tras la conclusión del partido, las redes se hacía eco de la eliminación de España. Gente desde Argentina, Italia, Inglaterra o Alemania, se regocijaban en el desastre español. Tanto es así, que uno se para a pensar y llega a una conclusión clara: cuanto miedo tenían que tenernos que solo con España eliminada son felices. Cuantísimo daño hizo ese triplete histórico con dos Eurocopas y un Mundial (2008, 2010 y 2012). La pena es que de eso hace ya 6 años.

Lo que más me dolió ayer fue ver a jugadores que realmente si quería ganar este Mundial. Ver al capitán, a Sergio Ramos, llorar por caer eliminado me llamo mucho la atención. Un jugador que lo ha ganado todo, absolutamente todo, y que, aun así, quería seguir haciendo historia con su país. Mismas lágrimas las de Iniesta, Isco, Alba o, especialmente, las de Rodrigo. El mensaje del jugador español en su cuenta de Instagram tras caer eliminado denota la importancia de esta competición para este futbolista.

Hoy escucho cosas que no me gustan, cosas que no quiero ni oírlas, que solo deseo que no sean verdad. No quiero creer que España haya vuelto al pasado, que vuelva a tener ese carácter derrotista. No deseo que la afición vuelva a ser pesimista y autodestructiva, haciendo más ruido criticando que animando. No quiero imaginar que seguiremos cayendo en octavos (ni llegar a cuartos). No me voy a resignar pensando que jamás volveré a ver a un jugador español levantado esa copa dorada.

Todo esto me recuerda a la frase tan manida que dice: “Quiero y no puedo”. Porque yo quiero creer que el futbol es algo cíclico y que, por suerte, nuestro ciclo duró mucho más de lo que suelen durar. Anhelo sentir como los rivales se echaban a temblar cuando los jugadores españoles saltaban al campo. Quiero pensar que todo esto pasará y que España volverá, pero hoy es difícil sentir que esto pueda ocurrir. A día de hoy, quiero hacer y pensar todo esto, pero de momento, no puedo.

¡No es el momento!



Inoportuno y egoísta. Así he percibido el comunicado del Real Madrid haciendo oficial la contratación de Julen Lopetegui de cara a las próximas tres temporadas, a tan solo 48 horas de que comience el Mundial de Rusia 2018.

Se mire por donde se mire, la decisión del club blanco de hacerlo oficial hoy es incoherente. Si la excusa es que necesita un entrenador inmediatamente para poder planificar la temporada 18-19, la insensatez se hace aún mayor, puesto que, si España consigue llegar a la final del Mundial, Lopetegui estaría ocupado hasta el próximo 16 de julio (más de un mes).

Supongamos ahora que el Real Madrid mantiene contacto con el actual seleccionador durante la competición, de cara a preparar y gestionar la plantilla para la próxima campaña, ¿qué manera es esa de afrontar la fase final de un campeonato del mundo? ¿Cómo se les puede pedir a los jugadores que se centren en el partido cuando la cabeza del entrenador puede estar en posibles fichajes o salidas del club blanco?

Si ya de por sí, ser seleccionador de España es una verdadera odisea, por todas las críticas y decisiones cuestionadas que siempre giran en torno a ese cargo, con este comunicado la cosa se complica aún más. Ahora, en cada decisión tomada, en cada once alineado o en cada sustitución del combinado nacional se tendrá en cuenta el futuro cargo del seleccionador, y se mirará todo a través de un prisma más subjetivo.

Sinceramente, y bajo mi opinión, esta decisión no viene en el momento indicado. No considero que sea el día más oportuno. Ahora se verá a Julen como entrenador del Real Madrid y no como actual seleccionador (que es su puesto actual). Es hora de dejar los colores de los clubes a un lado y remar todos en una misma dirección. Pero conociendo a la afición española, me atrevería a vaticinar, que esta decisión dará mucho que hablar.

El comunicado podría haber esperado, hasta el próximo 16 de julio, una vez finalizado el Mundial. Incluso, si España es eliminada antes de dicha fecha, adelantar la exclusiva de dicho comunicado. Honestamente hablando, no considero que el Real Madrid y el propio Julen Lopetegui hayan estado acertados anunciando dicho acuerdo a tan solo dos días del comienzo del campeonato de selecciones más importante del planeta.

Si la decisión del Real Madrid es acertada o no el tiempo lo dirá. Los títulos, el juego del equipo, el planteamiento y dirección del conjunto blanco, la toma de decisiones, etc… todo está por ver y hay mucho trabajo por hacer. Sin embargo, el pensamiento que me viene ahora mismo a la mente al ver este comunicado es: ¡No es el momento!

Lo volviste a hacer, Zizou




Las despedidas nunca fueron plato de buen gusto. Es difícil asimilar que nada es para siempre, y menos cuando se trata de un vínculo especial. Zinedine Zidane no seguirá como entrenador del Real Madrid la próxima temporada.

El francés se ha despedido con el silencio que le caracteriza. En una rueda de prensa, alejado de las ovaciones que pudo haber conseguido si hubiese anunciado dicha decisión nada más finalizar la final de Kiev. Pero Zidane es así, no le gusta acaparar los focos, no desea ser el centro de atención.

Como jugador ya fue legendario. Enamoró a todo el Santiago Bernabéu con su fútbol. En su despedida, no necesitó un acto especial solo para él. Terminó el partido, le dio su camiseta a Riquelme, y tuvo que ser impulsado por Raúl para ubicarse en el centro del terreno de juego para dar un “último adiós” a la afición. Cabe destacar que, en su marcha, Zizou perdonó un año de contrato, cosa que no hace cualquier jugador.

Ya como entrenador, siempre ha sido cuestionado. Cosas como “es un alineador”, “solo sabe motivar”, “no es buen entrenador” o la conocida frase de “tiene mucha flor” han sido la tónica habitual del día a día de Zidane en el banquillo blanco. Un míster que ha ganado 3 Champions League en dos años y medio. Todo esto en 33 partidos de Champions, es decir, cae a una Champions cada 11 partidos (una edición de Champions completa tiene 13 partidos).

Además, Zidane ha ganado 8 finales de 8 disputadas. Ha ganado la Liga, la Supercopa de España y de Europa, y también el Mundialito de Clubes. Su único lunar ha sido la Copa del Rey. Dicha competición supuso el momento más duro de Zizou como entrenador, en la eliminatoria ante el Leganés.

Con la marcha de Zidane se pierden muchas cosas. No volveremos a ver esa sonrisa que es capaz de apaciguar una tempestad, con la timidez que tanto le caracteriza al francés. Un caballero en la derrota, y un humilde vencedor en los logros conseguidos. Zidane representa los valores que han de ser inculcados. Respeto, pasión, compromiso, humildad, profesionalidad y la que, en mi opinión, es la más importante de todas: fidelidad.

Zidane ha sido fiel a sus valores, a su forma de ser, a sus principios. Pero, principalmente, ha sido fiel al Real Madrid. Ha sabido decir “hasta aquí” cuando ha estimado oportuno, cuando considera que nada más puede aportar al conjunto blanco, o al menos de momento. Se marcha un hombre que ya era una leyenda, pero el que una vez más, y sin hacer mucho ruido, ha vuelto a hacer historia.


Un CAMPEÓN con Mayúsculas 


Hoy día el fútbol se ha convertido en un deporte donde se le otorga más importancia al fracaso del vecino, del “enemigo”, que a los éxitos propios. De ahí que algunos se atrevan a definir la temporada del FC Barcelona como “una más”.

El conjunto culé conquistó anoche la Liga, y junto con la Copa del Rey, cierra la temporada con un doblete. Dos títulos de cuatro posibles desde que comenzase la temporada. Para nada es un mal resultado. El oportunismo y la necesidad imperiosa de menospreciar los logros del rival provocan la necesidad de condenar la temporada del FC Barcelona como “fracaso” por una mala noche en Roma.

No obstante, es cierto que, si el Real Madrid consigue hacerse con su tercera Champions League de manera consecutiva, eclipsará en cierta medida el doblete del equipo catalán. No solo porque se trate de algo histórico o por menosprecio hacia los títulos nacionales, sino porque la competición que otorga más notoriedad y distinción es la competición continental, eso es algo irrefutable.

Pero no debemos olvidar que esta Liga también es algo histórico para el FC Barcelona. Es el primer campeón en hacerlo, de momento hasta la fecha, de manera invicta. Campeón de Liga sin perder ni un solo encuentro. Esta proeza, teniendo en cuenta la dificultad y el nivel de nuestra competición, me parece digna de reconocimiento.

Además, es la séptima Liga que ganan en los últimos diez años. En la Copa del Rey, han conquistado seis de las últimas diez. Por todo esto y por su regularidad durante toda la temporada, el FC Barcelona es justo campeón del trofeo nacional de Liga, cuajando así una muy buena temporada. La noche catastrófica en Roma puede “ensuciar” pero no empañar esta temporada. Pero de esa hecatombe hablaremos largo y tendido en otro artículo. En este, hay que expresar con vehemencia, que el FC Barcelona es un campeón con mayúsculas.

El Príncipe de Egipto



En tiempos de Cristiano Ronaldo y Leo Messi, en la era de una dualidad sin precedentes, surge la imagen de un tercer jugador. Alguien que parece osar a cuestionarle el trono futbolístico a las dos estrellas de nuestra Liga. Su nombre: Mohamed Salah.

El egipcio ha irrumpido esta temporada como el agua entre las rocas. Desatando todo su potencial futbolístico, que no es poco. Hablar de Salah es hacerlo de un delantero muy completo. Tiene una velocidad descomunal, un olfato goleador que no ha hecho otra cosa que crecer desde su llegada a Liverpool. A todo esto, se le suma su compromiso colectivo y su exquisita técnica a la hora de asistir o en el uno contra uno.

Ya se comienzan a escuchar las primeras peticiones que reclaman el Balón de Oro para el jugador egipcio. Puede parecer algo oportunista o, quizá, algo demasiado precipitado. No obstante, la temporada de Salah es digna de análisis.

Si se tiene en cuenta el excelente rendimiento de Messi en la Liga, Mohamed Salah ha hecho lo propio en la Premier League. Por otro lado, si se valora el descomunal trabajo que está realizando Cristiano Ronaldo en la Champions League, el egipcio no se queda atrás. Si valoramos la mejor temporada de un futbolista, dejando a un lado las cualidades propias (Messi y Cristiano seguirían dominando durante años) y nos centramos en quién ha sido el hombre del año, Salah tiene muchos puntos a su favor.

Su “Talón de Aquiles” puede ser el Mundial, ya que es el mayor escaparate del mundo futbolístico, y este año, el egipcio estará presente. El inconveniente es que “juega solo”, no tiene un equipo que le pueda respaldar para poder disputar los partidos e intentar hacer algo histórico.

No obstante, y a expensas de lo que pueda ocurrir en Rusia, la imagen de Mohamed Salah sigue creciendo. El egipcio sigue enamorando al panorama futbolístico, y este les responde con su trabajo y humildad. En un mundo, donde la corona futbolística se la disputaban siempre los mismos, y donde el único que parecía tener oportunidad a ser el sucesor era Neymar, surge ahora la imagen de un nuevo príncipe. Puede que haya llegado la hora de ese al que algunos llaman “El Príncipe de Egipto”. 

Nos vendieron una nube de humo



Una larga pesadilla. Así se debieron sentir los jugadores del FC Barcelona al caer eliminados en el Olímpico de Roma, ente el conjunto romano por 3-0. Los de Valverde partían con una ventaja de 4-1 en el partido de ida. El resultado y la presencia de Messi en el once titular hacía desvanecerse cualquier mínima posibilidad de remontada para el conjunto local. Pero a la Roma nadie le dijo eso, y creyó hasta el final del partido.

No obstante, el motivo de este artículo no es analizar la derrota del conjunto catalán, sino hablar del enésimo fracaso de Pep Guardiola. Contextualizando se podría decir que Pep es ese entrenador que es considerado por algunos como el mejor entrenador del mundo. Sin embargo, desde que saliese del FC Barcelona solo cuenta sus aventuras europeas por fracasos.

En el Bayern de Múnich estuvo tres temporadas, heredando un equipo que venía de hacer un triplete y con un equipo ya construido. Pese a todo, Guardiola fue fracasando un año tras otro en la competición continental. Primero fue contra el Madrid (los denominados atletas), más tarde fue contra el FC Barcelona y, finalmente, contra el Atlético de Madrid. Tres semifinales contra tres equipos españoles y las tres veces Pep dijo adiós a la Champions.

Una vez finalizada su anodina estancia en el conjunto alemán. Se embarcó en un nuevo desafío, esta vez sería en Inglaterra, concretamente, en el Manchester City. Era una decisión valiente, irse a la Liga más competida del planeta. Sin embargo, aquí tendría la difícil tarea de “construir” un equipo. Los Silva, Agüero, Touré o Hart, no eran lo suficientemente buenos para Guardiola. El entrenador/predicador de utilizar a la cantera iba a tirar de talonario de manera irrepetible, es decir, cartera en lugar de cantera como dijo una vez alguien.

Desde su llegada a Manchester hace tan solo dos años, Guardiola ha gastado en torno a unos 570 millones de euros en jugadores como Bravo, Stones, Gündogan, Sané, Nolito o Gabriel Jesús. Sumados también a los refuerzos que llegaron como Bernardo Silva, Ederson, Kyle Walker, Mendy, Danilo o Douglas Luiz. En su segundo año, Pep ha invertido muchos millones en De Bruyne, Sterling o Laporte.

La Premier League la tiene en el bolsillo y ese mérito nadie se lo cuestionará. Lo que parece evidente es que Guardiola conquistó el mundo con un fútbol inigualable con el FC Barcelona porque tenía a los jugadores nacidos para desplegar ese fútbol. Tener a Iniesta, Messi o Xavi es un privilegio que no se puede comprar.

Desde su salida de la Ciudad Condal, el filósofo de nuestra época se ha caracterizado más por sus polémicas y continuas declaraciones sobre la independencia de Cataluña, que por dominar y conquistar de nuevo el fútbol mundial.

Como es ya habitual, en la derrota, Guardiola se vuelve irrespetuoso con el rival, con el árbitro y con todo el que sea necesario. Nos vendieron humo. Nos dijeron que era un humilde entrenador que cambiaría el futbol mundial. A día de hoy, no se puede decir que haya cambiado nada, y está en las antípodas de ser un entrenador humilde. Lo único que está claro es que Pep ha vuelto a naufragar, otra vez.

La sonrisa del fútbol


El mejor jugador de la historia. Así consideran algunos a Ronaldo de Assis Moreira, conocido por todos como Ronaldinho. Hablar del “Gaúcho” es hacerlo de un jugador que consiguió unir como nadie al planeta fútbol. Rompiendo las diferencias entre equipos, las discrepancias o polémicas entre aficiones, uniéndolos a todos con su eterna sonrisa. Admirado por todos los aficionados, independientemente del color de su camiseta, Ronaldinho no solo cambió la historia del FC Barcelona, sino también, la forma de jugar con el balón.


Ronaldinho llegó al FC Barcelona procedente del París Saint-Germain, donde ya había dejado destellos de la calidad que atesoraba. En aquel momento, el FC Barcelona estaba inmerso en una crisis institucional y futbolística, y el jugador brasileño llegó con su eterna sonrisa con la idea de aportar algo nuevo al club catalán. En su carta de presentación, en un partido ante el Sevilla FC, el “Gaúcho” fulminó cualquier atisbo de duda sobre su fichaje. En un horario poco frecuente en el Camp Nou (las 00:05 horas), los aficionados culés ansiaban ver el debut de su fichaje tan esperado, la última esperanza para retornar a la élite del panorama futbolístico.

En dicho debut, Ronaldinho marcó un auténtico golazo tras irse de dos defensores sevillistas y disparar desde unos 20-30 metros, cuyo latigazo fue imposible para el portero del Sevilla (Notario). Ese fue el primero de múltiples e importantes goles que Ronaldinho proporcionó al FC Barcelona, a cual más mágico que el anterior.

Sin embargo, si hay algo que destacar de Ronaldinho, entre su sinfín de cualidades futbolísticas, es desarrollarlas con una sonrisa. El “Gaúcho” cambió la forma de jugar al fútbol. Dejó a un lado las teorías de concentración y rostros serios a la hora de pisar el césped. El brasileño era feliz en un terreno de juego, con el balón en los pies era como un niño con zapatos nuevos, y Ronaldinho hacía lo propio: sonreír.



No obstante, Ronaldinho no solo será recordado por su eterna sonrisa. Su visión del juego iba más allá de la realidad. Dibujaba jugadas en su mente que transformaba en magia sobre el terreno de juego, como un arquitecto plasma una estructura sobre un plano de papel. De una jugada sin peligro sacaba la jugada de la temporada. En momentos delicados y de máxima necesidad para su equipo, aparecía por arte de magia, como si del genio de la lámpara se tratase.

Para el recuerdo ha dejado miles de momentos. ¿Cómo olvidar su exhibición en el Bernabéu? ¿Su baile con Carvalho donde Cech solo pudo observar como entraba el balón? ¿Su recital de sombreros ante el Athletic? ¿Su gol de chilena ante el Villarreal?... y así podría seguir durante decenas de páginas. Ronaldinho ha sido el máximo estandarte del “Joga Bonito”, dentro y fuera de un campo de fútbol.

Pese a que su reinado duró mucho menos de lo que nos hubiese gustado a los amantes de este deporte, jamás he visto un futbolista con tanta magia sobre un terreno de juego. En la era donde la gente difiere entre Cristiano y Messi, donde algunos no saben reconocer los méritos de su rival, los seguidores del “Gaúcho” siempre lo recordaremos como él solía jugar: con una sonrisa. Porque a pesar de sentirme afortunado por ser contemporáneo de Cristiano, Messi, Iniesta, Silva, Pirlo, Zidane, etc… siempre habrá un sitio especial para Ronaldinho en mi recuerdo, ya que ha sido el único jugador que yo he visto capaz de unir a todas las aficiones con su fútbol.



El mago que enseñó a toda una generación de jóvenes a intentar lo inimaginable. El astro que con el balón en los pies era capaz de hacerte soñar despierto. El ritmo brasileño que contagió a todo el planeta fútbol. El que para mí, y que me perdonen los demás, es el mejor jugador que han visto mis ojos.

Desde un rincón de España, por cada momento mágico, por cada gesto futbolístico y con toda la verdad y fuerza que se pueden escribir estas palabras: 

    ¡Gracias eternas, Ronaldinho!
Invicto



El FC Barcelona ha ganado la Liga Santander. Aún no es de manera oficial, pero las sensaciones que deja el equipo de Ernesto Valverde, tras concluirse la primera vuelta del campeonato regular, son muy claras: esta liga es blaugrana.

Tras el partido de Anoeta, el FC Barcelona ganó su primer encuentro de Liga en el campo de la Real Sociedad, después de estar 11 años sin conseguirlo. A esta hazaña se le suma la dificultad de tener que remontar un 2-0 en el marcador. Sin embargo, cuando todo hacía prever que se iba a ver la primera derrota culé en Liga, los blaugranas tiraron de casta y coraje para imponerse finalmente por 2-4 al equipo vasco.

Los goles de Paulinho (fichaje que sigue sorprendiendo) y Messi, y el doblete de Luis Suárez (que mostró una vez más la intensidad con la que se debe pisar un terreno de juego), colocan al FC Barcelona en una posición privilegiada: invicto. Todo esto ocurrió el mismo día que el Manchester City de Pep Guardiola perdía su primer partido en la Premier League (4-3 ante el Liverpool en Anfield), otorgando así al FC Barcelona el privilegio de ser el único conjunto de las grandes ligas europeas que no ha perdido en la competición doméstica.

16 victorias, 3 empates y 0 derrotas. Estas son las cifras de un FC Barcelona que, pese a no enamorar con su fútbol, ha conseguido algo histórico y que no se consiguió ni en la época dorada de Guardiola. Sea por suerte, los goles en propia de los rivales en las primeras jornadas, o simplemente por Messi, este FC Barcelona transmite la sensación de ser un bloque compacto. Todos corren, todos pelean. Bueno, todos no.

Messi es el único jugador del planeta que te puede ganar un partido andando, y sin ser el partido de Anoeta el mejor encuentro de su vida, su sola presencia hacía presagiar que el Barça podía remontar el partido. Dejó el detalle sublime de su gol, de falta directa, el enésimo destello del argentino. Y es que, como dijo aquel, cuando Leo la coge siempre tienes la sensación de que puede pasar algo.

Mucho mérito de esta situación la tiene el entrenador, Ernesto Valverde. Un hombre sereno en momentos difíciles, prudente en las victorias y un caballero en la derrotas. Un técnico que supo reponerse del fracaso de la Supercopa ante el Real Madrid, y que a día de hoy, ha conseguido tener a toda la plantilla enchufada. Uno de los grandes baluartes de esta primera vuelta del Barcelona es, sin duda alguna, el “Txingurri” Valverde. Un hombre correcto en todo lo que hace, un técnico respetado por todos, el único que actualmente sigue invicto.