Un quiero y no puedo
Estamos fuera, y de una manera
muy pobre. Es la única evidencia que podemos sacar en claro de la participación
de nuestra selección. Ahora solo podemos leer, escuchar y ver palabras
negativas haciendo referencia a nuestros jugadores. Quizá con toda la razón del
mundo.
Es lícito decir que jugadores
como Silva, Iniesta, Busquets, Carvajal, De Gea… no han estado a la altura de
la competición. Un Mundial es el evento futbolístico más importante del mundo,
y no se puede jugar todos los partidos andando, dando por decreto que con solo
el nombre se ganan partidos, y moviendo el balón de lado a lado sin sentido.
¡Ojo! Y no cuestiono el “Tiki-taka”
que nos hizo campeones, ya que considero que esto no es eso. El “Tiki-taka”
tenía profundidad, verticalidad, una transición del balón mucho más rápida. La
pelota se movía con una idea clara o con el objetivo de llegar a portería
madurando una jugada. Ahora el balón se mueve de lado a lado acumulando pases
acertados y altos porcentajes de posesión que carecen de valor. España ha hecho
un Mundial de Rusia bastante pobre, eso es algo obvio.
No obstante, ayer tras la
conclusión del partido, las redes se hacía eco de la eliminación de España. Gente
desde Argentina, Italia, Inglaterra o Alemania, se regocijaban en el desastre español.
Tanto es así, que uno se para a pensar y llega a una conclusión clara: cuanto
miedo tenían que tenernos que solo con España eliminada son felices. Cuantísimo daño hizo ese triplete histórico con dos
Eurocopas y un Mundial (2008, 2010 y 2012). La pena es que de eso hace ya 6
años.
Lo que más me dolió ayer fue
ver a jugadores que realmente si quería ganar este Mundial. Ver al capitán, a
Sergio Ramos, llorar por caer eliminado me llamo mucho la atención. Un jugador
que lo ha ganado todo, absolutamente todo, y que, aun así, quería seguir
haciendo historia con su país. Mismas lágrimas las de Iniesta, Isco, Alba o, especialmente,
las de Rodrigo. El mensaje del jugador español en su cuenta de Instagram tras
caer eliminado denota la importancia de esta competición para este futbolista.
Hoy escucho cosas que no me
gustan, cosas que no quiero ni oírlas, que solo deseo que no sean verdad. No quiero
creer que España haya vuelto al pasado, que vuelva a tener ese carácter
derrotista. No deseo que la afición vuelva a ser pesimista y autodestructiva,
haciendo más ruido criticando que animando. No quiero imaginar que seguiremos
cayendo en octavos (ni llegar a cuartos). No me voy a resignar pensando que
jamás volveré a ver a un jugador español levantado esa copa dorada.
Todo esto me recuerda a la
frase tan manida que dice: “Quiero y no puedo”. Porque yo quiero creer que el
futbol es algo cíclico y que, por suerte, nuestro ciclo duró mucho más de lo
que suelen durar. Anhelo sentir como los rivales se echaban a temblar cuando
los jugadores españoles saltaban al campo. Quiero pensar que todo esto pasará y
que España volverá, pero hoy es difícil sentir que esto pueda ocurrir. A día de
hoy, quiero hacer y pensar todo esto, pero de momento, no puedo.
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