Un CAMPEÓN con Mayúsculas 


Hoy día el fútbol se ha convertido en un deporte donde se le otorga más importancia al fracaso del vecino, del “enemigo”, que a los éxitos propios. De ahí que algunos se atrevan a definir la temporada del FC Barcelona como “una más”.

El conjunto culé conquistó anoche la Liga, y junto con la Copa del Rey, cierra la temporada con un doblete. Dos títulos de cuatro posibles desde que comenzase la temporada. Para nada es un mal resultado. El oportunismo y la necesidad imperiosa de menospreciar los logros del rival provocan la necesidad de condenar la temporada del FC Barcelona como “fracaso” por una mala noche en Roma.

No obstante, es cierto que, si el Real Madrid consigue hacerse con su tercera Champions League de manera consecutiva, eclipsará en cierta medida el doblete del equipo catalán. No solo porque se trate de algo histórico o por menosprecio hacia los títulos nacionales, sino porque la competición que otorga más notoriedad y distinción es la competición continental, eso es algo irrefutable.

Pero no debemos olvidar que esta Liga también es algo histórico para el FC Barcelona. Es el primer campeón en hacerlo, de momento hasta la fecha, de manera invicta. Campeón de Liga sin perder ni un solo encuentro. Esta proeza, teniendo en cuenta la dificultad y el nivel de nuestra competición, me parece digna de reconocimiento.

Además, es la séptima Liga que ganan en los últimos diez años. En la Copa del Rey, han conquistado seis de las últimas diez. Por todo esto y por su regularidad durante toda la temporada, el FC Barcelona es justo campeón del trofeo nacional de Liga, cuajando así una muy buena temporada. La noche catastrófica en Roma puede “ensuciar” pero no empañar esta temporada. Pero de esa hecatombe hablaremos largo y tendido en otro artículo. En este, hay que expresar con vehemencia, que el FC Barcelona es un campeón con mayúsculas.

El Príncipe de Egipto



En tiempos de Cristiano Ronaldo y Leo Messi, en la era de una dualidad sin precedentes, surge la imagen de un tercer jugador. Alguien que parece osar a cuestionarle el trono futbolístico a las dos estrellas de nuestra Liga. Su nombre: Mohamed Salah.

El egipcio ha irrumpido esta temporada como el agua entre las rocas. Desatando todo su potencial futbolístico, que no es poco. Hablar de Salah es hacerlo de un delantero muy completo. Tiene una velocidad descomunal, un olfato goleador que no ha hecho otra cosa que crecer desde su llegada a Liverpool. A todo esto, se le suma su compromiso colectivo y su exquisita técnica a la hora de asistir o en el uno contra uno.

Ya se comienzan a escuchar las primeras peticiones que reclaman el Balón de Oro para el jugador egipcio. Puede parecer algo oportunista o, quizá, algo demasiado precipitado. No obstante, la temporada de Salah es digna de análisis.

Si se tiene en cuenta el excelente rendimiento de Messi en la Liga, Mohamed Salah ha hecho lo propio en la Premier League. Por otro lado, si se valora el descomunal trabajo que está realizando Cristiano Ronaldo en la Champions League, el egipcio no se queda atrás. Si valoramos la mejor temporada de un futbolista, dejando a un lado las cualidades propias (Messi y Cristiano seguirían dominando durante años) y nos centramos en quién ha sido el hombre del año, Salah tiene muchos puntos a su favor.

Su “Talón de Aquiles” puede ser el Mundial, ya que es el mayor escaparate del mundo futbolístico, y este año, el egipcio estará presente. El inconveniente es que “juega solo”, no tiene un equipo que le pueda respaldar para poder disputar los partidos e intentar hacer algo histórico.

No obstante, y a expensas de lo que pueda ocurrir en Rusia, la imagen de Mohamed Salah sigue creciendo. El egipcio sigue enamorando al panorama futbolístico, y este les responde con su trabajo y humildad. En un mundo, donde la corona futbolística se la disputaban siempre los mismos, y donde el único que parecía tener oportunidad a ser el sucesor era Neymar, surge ahora la imagen de un nuevo príncipe. Puede que haya llegado la hora de ese al que algunos llaman “El Príncipe de Egipto”. 

Nos vendieron una nube de humo



Una larga pesadilla. Así se debieron sentir los jugadores del FC Barcelona al caer eliminados en el Olímpico de Roma, ente el conjunto romano por 3-0. Los de Valverde partían con una ventaja de 4-1 en el partido de ida. El resultado y la presencia de Messi en el once titular hacía desvanecerse cualquier mínima posibilidad de remontada para el conjunto local. Pero a la Roma nadie le dijo eso, y creyó hasta el final del partido.

No obstante, el motivo de este artículo no es analizar la derrota del conjunto catalán, sino hablar del enésimo fracaso de Pep Guardiola. Contextualizando se podría decir que Pep es ese entrenador que es considerado por algunos como el mejor entrenador del mundo. Sin embargo, desde que saliese del FC Barcelona solo cuenta sus aventuras europeas por fracasos.

En el Bayern de Múnich estuvo tres temporadas, heredando un equipo que venía de hacer un triplete y con un equipo ya construido. Pese a todo, Guardiola fue fracasando un año tras otro en la competición continental. Primero fue contra el Madrid (los denominados atletas), más tarde fue contra el FC Barcelona y, finalmente, contra el Atlético de Madrid. Tres semifinales contra tres equipos españoles y las tres veces Pep dijo adiós a la Champions.

Una vez finalizada su anodina estancia en el conjunto alemán. Se embarcó en un nuevo desafío, esta vez sería en Inglaterra, concretamente, en el Manchester City. Era una decisión valiente, irse a la Liga más competida del planeta. Sin embargo, aquí tendría la difícil tarea de “construir” un equipo. Los Silva, Agüero, Touré o Hart, no eran lo suficientemente buenos para Guardiola. El entrenador/predicador de utilizar a la cantera iba a tirar de talonario de manera irrepetible, es decir, cartera en lugar de cantera como dijo una vez alguien.

Desde su llegada a Manchester hace tan solo dos años, Guardiola ha gastado en torno a unos 570 millones de euros en jugadores como Bravo, Stones, Gündogan, Sané, Nolito o Gabriel Jesús. Sumados también a los refuerzos que llegaron como Bernardo Silva, Ederson, Kyle Walker, Mendy, Danilo o Douglas Luiz. En su segundo año, Pep ha invertido muchos millones en De Bruyne, Sterling o Laporte.

La Premier League la tiene en el bolsillo y ese mérito nadie se lo cuestionará. Lo que parece evidente es que Guardiola conquistó el mundo con un fútbol inigualable con el FC Barcelona porque tenía a los jugadores nacidos para desplegar ese fútbol. Tener a Iniesta, Messi o Xavi es un privilegio que no se puede comprar.

Desde su salida de la Ciudad Condal, el filósofo de nuestra época se ha caracterizado más por sus polémicas y continuas declaraciones sobre la independencia de Cataluña, que por dominar y conquistar de nuevo el fútbol mundial.

Como es ya habitual, en la derrota, Guardiola se vuelve irrespetuoso con el rival, con el árbitro y con todo el que sea necesario. Nos vendieron humo. Nos dijeron que era un humilde entrenador que cambiaría el futbol mundial. A día de hoy, no se puede decir que haya cambiado nada, y está en las antípodas de ser un entrenador humilde. Lo único que está claro es que Pep ha vuelto a naufragar, otra vez.