MERITOCRACIA
Anoche la selección española arrasó al combinado alemán en un partido que pasará a la historia. No por la trascendencia del encuentro, sino por la “paliza” que los chicos de Luis Enrique le dieron al conjunto alemán, que no perdía por 6-0 desde que el 24 de mayo de 1931 Austria ganase por esa misma diferencia a la selección bávara.
No obstante, hay que poner los
pies en el suelo. No somos campeones de nada (de momento), esta generación no
ha conquistado ningún título. Ni hace una semana el conjunto de Luis Enrique
era un despropósito, ni ahora estos chicos son el fiel reflejo de la España
tricampeona. Calma y tiempo al tiempo.
Sin embargo, si hay cosas que
me gustan. Me gusta el carácter que el seleccionador Luis Enrique transmite a
su vestuario. Con la intensidad por bandera, y con un hambre voraz por
conseguir grandes cosas con estos chicos. El entrenador asturiano no se casa con
nadie y eso evita las confianzas excesivas y las comodidades extremas para
estar en la lista de la próxima Eurocopa.
Me gusta que el portero de la
selección española sea un chaval de 23 años que no juega ni en el Real Madrid
ni el FC Barcelona. Un portero que estaba en el punto de mira de aquellos que
tienen otros intereses diferentes a los del combinado nacional. El portero del Athletic
de Bilbao (Unai Simón) demostró que puede ser un firme candidato para proteger la portería
española, por delante de David De Gea o Kepa.
Me gusta que José Luis Gayà sea
el lateral izquierdo de este equipo, a pesar de no tener a la prensa de su
parte. Un jugador que demuestra que, a su máximo nivel, hay pocos laterales
izquierdos mejor que él. Pese a contar con la presencia de Reguilón (otro
lateral de mucho futuro), a Luis Enrique no le tiembla la mano y no le importa el
club de procedencia. Juega quien mejor esté, independientemente de otros
factores.
Me gusta que un jugador de 20
años como es Ferran Torres sea una de las promesas del fútbol europeo. Me gusta
más aún que el seleccionador le quite presión y pida cautela para dejarlo
progresar, sin colocarle ya la pesada y enorme etiqueta de “superestrella”. Del
mismo modo me gusta como se está tratando el caso Ansu Fati. La selección
española cuenta con dos bandas (junto con Adama Traoré) que pueden ser
dinamita, pero dejemos que la mecha se vaya quemando lentamente, no queramos
detonar nada antes de tiempo.
Me gusta el centro del campo
dirigido por Koke, quien ayer volvió a ser ese jugador que hace años prometía
ser vital para la selección, protegido por el enorme trabajo de Rodri, cuya
presencia en este equipo es, en mi opinión, de imperiosa necesidad. Me gusta la
clase y el fútbol de Dani Olmo, y la técnica excelsa de Sergio Canales que
tanta falta le hace a cualquier equipo. Me gusta las ganas de ganar que
muestra en cada partido Mikel Oyarzabal, el vivo ejemplo de lo que siempre fue
nuestra “furia roja”.
Es verdad que hay cosas por
mejorar. Debemos encontrar ese nueve que le hace falta a este equipo. Puede que
finalmente sea Morata o Gerard Moreno. O quizá esté en los “no convocados” como
Iago Aspas o Paco Alcacer. El tiempo y los resultados lo determinarán.
No obstante, hay cosas que me gustan de este equipo. Me gustan las ganas que se le ven a los jugadores, me gusta la simbiosis que hay entre juventud y veteranía (con Sergio Ramos como el mayor líder y referente). Me gusta el ambiente que se respira, con un entrenador que “aísla” a los jugadores de todas las parafernalias de determinados intereses. Me gusta que se premie el trabajo, que nadie tenga su puesto asegurado, que juegue el que más se lo merece. Me gusta la filosofía que ha implantado Luis Enrique en esta selección, conocida popularmente como: meritocracia.
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