GRAC1AS IKER

Todo termina, por bonito, feliz o longevo que parezca. Hasta los más grandes, llegado el momento, tienen que decir adiós. Ayer, 4 de agosto de 2020, Iker Casillas anunció su retirada, y el mundo del fútbol se despide de una de sus figuras doradas.

Algún día podré contar orgulloso que yo vi jugar a Iker Casillas, o más bien, lo vi parar, parar y parar. Un sinfín de intervenciones imposibles, de esas que rozan lo inhumano, que cobran un simbolismo que se acerca al milagro. De ahí ese apodo que le ha acompañado durante gran parte de su carrera: “El Santo”.

Hablar de Iker es hablar del que para mi es, sin ningún atisbo de duda, el mejor portero que he visto nunca. Hablar de Casillas es hablar de ese portero que en aquel mano a mano con Buffon, en la tanda de penaltis de la Eurocopa de 2008, cambió la historia del fútbol español. Hablar de “El Santo” es hacer referencia al portero que con su pie milagroso permitió que España alzase un trofeo que todos pensábamos que era prácticamente imposible, la Copa del Mundo.

No obstante, Iker Casillas no solo es un ejemplo a seguir dentro del terreno de juego. Casillas ha sido ejemplo de deportividad y compañerismo. Un hombre que sacrificó su “imagen” por el bien de un vestuario. Iker ha sido juzgado y castigado en algunas ocasiones de manera injusta. Sin embargo, hoy no es día para eso, sino para darle las gracias.

Gracias Iker por cada parada que has hecho. Gracias por ser siempre ese jovencito de Móstoles, sencillo y humilde, a pesar de vivir rodeado de una constelación de estrellas. Gracias por ser nuestro representante en multitud de países donde has jugado. Gracias por tu ejemplo, profesionalidad y deportividad. Gracias por demostrarnos que la palabra imposible es solo una excusa para aquellos que no se atreven a intentarlo.

Pero especialmente, millones de gracias Iker Casillas, por hacernos disfrutar cada domingo, cada verano. Gracias por ser ese chaleco salvavidas donde todos nos aferrábamos cuando la cosa no pintaba bien, y no parábamos de recitar una y otra vez: “Tranquilos, tenemos a Iker”.

Mi más sincero y eterno agradecimiento Iker, por ser ese hombre solitario en el campo, el que está bajo palos. Aquel del que nadie se acuerda, hasta que llegan los malos ratos. Gracias por sujetarnos, por hacernos creer, por empujarnos a ganar, por enseñarnos a volar. Porque solo tú lo has logrado, solo tú has podido volar como nadie. Volar entre tantas estrellas con las que has convivido, y las cuales ahora te admiran. Estrella en la que tú también te has convertido, como aquella misma estrella que nos hiciste ganar.

Has colgado los guantes, pero jamás dejaras de levitar. Tu legado es eterno, tu historia irrepetible. Muchas gracias Santo.        ¡GRAC1AS IKER!


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