Seremos lenguas antiguas
Cuentan las lenguas antiguas,
que un 14 de octubre nació una ilusión. Pues bien, a día de hoy esa ilusión se
ha tornado en una realidad, la cual está forjando una historia superlativa. Una
vez más, Sevilla, la ciudad que le prestó su nombre, ha de sentir orgullo por
ser representada de esta manera tan majestuosa.
El Sevilla ayer consiguió un nuevo
título, otra Europa League, y ya van 6. Anoche en Colonia, el Sevilla FC se
coronaba como el club que más finales europeas ha ganado en el siglo XXI, con
un total de 6, una más que el Real Madrid (5).
No obstante, por si esto no es
suficiente, el conjunto andaluz se convierte en el primer equipo que gana sus 6
primeras finales europeas disputadas. El Sevilla no juega finales, el Sevilla las
gana. Y tratándose de la UEFA Europa League, el equipo hispalense siempre
parece jugar como local.
Algo mágico y especial une al
Sevilla con esta competición. Un conjunto que puede jugar mejor o peor en las competiciones
nacionales, pero que una vez enfundado el traje europeo, se convierte en una
cosechadora de títulos. Da igual el año, la plantilla, el escenario o el rival.
En la Europa League el Sevilla es el Rey.
Ya es historia cuando el Sevilla
salvaba la temporada esquivando el descenso. Atrás quedaron los años donde el único
título al que aspiraban los andaluces era a ganar el derbi contra el Betis,
quedar un punto por encima en la clasificación del eterno rival o llegar más
lejos en la Copa del Rey que sus vecinos de ciudad.
Este Sevilla tiene ADN de
campeón. Sabe jugar estos partidos. En la noche de ayer, tres fueron los
nombres que ocuparon mi mente al ver levantar la Copa de Campeón: Monchi,
Lopetegui y Jesús Navas.
Monchi es la piedra angular de
este Sevilla campeón. Pero no de este, sino de todos. Desde la primera UEFA
hasta la última Europa League. Cada año, Monchi configura un equipo competitivo,
con jugadores a priori desconocidos que luego suelen responder. Y es que él
tiene ese don, ese sexto sentido que le hace ver lo que los demás no ven.
Sin embargo, si hay alguien
que anoche se merecía esa copa era Lopetegui. Después del disgusto con la
selección española y con la mala experiencia en el Real Madrid, Julen tuvo la
recompensa que se merece un gran entrenador como es él. Trabajador, metódico y
cercano. Estoy seguro que es su primer título al máximo nivel, pero no el último.
Jesús Navas, que recordaba al
mismo tiempo a los que nos dejaron y que vieron el partido desde lo más alto,
como Antonio Puerta o José Antonio Reyes. Un capitán que el mismo día de la
final perdió a su padrino, y no dijo nada a nadie hasta haber conquistado Europa
de nuevo. Un jugador que, a pesar de sus 34 años, sigue teniendo hambre,
ilusión y, especialmente, la humildad que siempre le ha caracterizado. Me enorgullece
que Jesús Navas sea un representante mundial del fútbol español. Aquel que lo
ha ganado todo, conquistándolo con trabajo y sencillez.
Esto es el fútbol, esto es el Sevilla.
Capital de Andalucía y anoche orgullo de toda España. Admirada por todo el
panorama futbolístico. Sevilla tiene ese color especial, ese rojo y blanco que
va coloreando el mapa europeo.
Y es que, llegado el momento
envejeceremos, todos y cada uno de nosotros. Y seremos esas “lenguas antiguas”,
que cuenten que un 14 de octubre nació una ilusión, que poco a poco se fue convirtiendo
en leyenda, haciendo que la Giralda presumiese orgullosa de ver al Sevilla en
el Sánchez Pizjuán. Mientras tanto, todos los españoles seguiremos compartiendo
la gloria de tu escudo, orgullo de fútbol… de nuestro fútbol.