El artista italiano



Mi juventud está llegando a su fin, al menos la futbolística. Hace tan solo unos días, Andrea Pirlo anunció su retirada del fútbol, y con este adiós, ya son varios los jugadores que han decidido abandonar el terreno de juego, muchos son estrellas con las que he ido creciendo.

Totti, Henry, Lampard, Raúl, Puyol, Gerrard o, en este caso, Andrea Pirlo, son jugadores que representan una generación distinta de futbolistas, donde el dinero no imperaba del mismo modo que hoy día. Estas leyendas representan el otro fútbol, aquel que transmite más valores deportivos y que no está inmerso en una vorágine publicista. Muchas personas anhelan esta época, este tipo de futbolista. Quizá porque el marketing no tenía tanto peso en los equipos. Tal vez porque en aquellos tiempos el fútbol era, simple y maravillosamente, fútbol.

No obstante, hoy toca hablar de Andrea, el cual para muchos está considerado (junto con Buffon) como uno de los grandes jugadores italianos de los últimos 20 años. Hablar de Pirlo es hacerlo de ese tipo de futbolista sencillo y discreto en el panorama mediático, pero vital y necesario para la consecución de grandes logros. Los títulos conseguidos con Milán, Juventus y la selección italiana, dan buena fe de ello. Pirlo era el constructor de juego de la azzurra en la última década, aquel que era capaz de tirar un penalti a lo “Panenka” en un momento de alta tensión, o tal vez, de ejecutar un lanzamiento de falta directa con la precisión de un cirujano. Golpeo y visión de juego al servicio del respetable.

Me resulta muy difícil definir a Pirlo con una sola palabra. Tenía muchas y diversas virtudes. Era el jugador que todo goleador quiere tener detrás, o el apoyo que todo defensa quiere tener por delante. La brújula soñada por cualquier entrenador, creando y repartiendo juego por doquier, un regalo para los aficionados. Lo curioso es que este tipo de jugador no haya jugado en la Liga española, era el prototipo de futbolista que tanto gusta en nuestro país, por nuestro fútbol, por la forma de jugar en nuestra competición doméstica.

Lo que no cabe duda es que Andrea Pirlo es un artista. Cuando jugaba era como ver a Picasso pintando el Guernica o como presenciar a Beethoven tocando la Quinta Sinfonía. El fútbol puede ser algo estético, concebido en diferentes ocasiones como arte. Sin embargo, con la marcha del italiano hemos perdido todos los que amamos este deporte. Tristemente, una obra futbolística, sobre un gran lienzo de color verde, ya no volverá a llevar la firma de Andrea Pirlo.

El Real Madrid de Murano



Cuidado, muy frágil. Esa es la etiqueta que ha adquirido el Real Madrid. Como una joya de gran valor que puede romperse con cierta facilidad. No me refiero a una fragilidad llevada a un nivel extremo, pero el cristal de Murano no es amigo de los golpes, y el Madrid atraviesa una vía de curvas pronunciadas, socavones y acantilados peligrosos. 

Dejando a un lado el ventajismo inherente al fútbol en nuestro país, obviaré la necesidad de decir que el Real Madrid está en un receso de crecimiento futbolístico. Sí, has leído bien, receso, y no crisis. Yo he vivido crisis. Yo he visto a un equipo caer en octavos durante ocho años seguidos, lo he visto caer eliminado en la primera ronda de la Copa Del Rey ante un Segunda B. El Real Madrid está mal, pero nada de crisis. 

No obstante, cabe destacar la más que cuestionable situación física del equipo. Y es que ya no se trata de que Gareth Bale se lesione sin cesar, sino que además, otros jugadores se han apuntado a este grupo. Keylor, Varane, Kovacic o Vallejo son los ejemplos más claros.

Vallejo: un central con un enorme futuro, pero el cual desde su llegada ha estado más tiempo en la enfermería que pisando el verde. La falta de oportunidades y su "fragilidad" no le han permitido justificar su fichaje. 

Keylor Navas: el siempre cuestionado guardameta blanco, lleva un par de años lesionándose con cierta facilidad. Esto sumado a los rumores de la posible llegada de De Gea hace que se agrave aún más su situación. Con el costarricense en buena forma los blancos son más fuertes.

Kovacic: gran parte del mérito de la victoria del Real Madrid en la Supercopa de España ante el FC Barcelona fue el trabajo descomunal de Kovacic. Perder a este jugador, justo cuando mejor estaba jugando, es propiciar otro pequeño golpe al conjunto de Zidane.

Varane: la eterna promesa del central colosal que iba a ser, es pan para hoy y hambre para mañana, al menos de momento. El francés a duras penas encadena diez partidos jugados a gran nivel, y estoy siendo benévolo. El central del futuro tiene que hacerse presente. 

Marcelo y Carvajal: la situación de los laterales del Madrid es difícil. La profundidad que aportan ambos era esa sexta marcha que el Real Madrid ponía cuando la cosa se complicaba. El estado de forma de Marcelo es preocupante, y el Madrid acusa su falta de chispa, necesita esa zurda única y esa técnica determinante. Carvajal, a pesar de no contar para la FIFA y no tener un sitio en el once ideal, es un jugador vital en el éxito del Madrid de Zidane. Dos jugadores irremplazables en este equipo. 

La realidad es que este Real Madrid se asemeja bastante al cristal de Murano. Con el más mínimo roce, o con cualquier golpe, tenemos la sensación de que puede romperse. Esto ocurre también con el conjunto de Zidane, y es que los detractores de los blancos están deseando que lleguen dos derrotas consecutivas para despedazar a este equipo. En la pasada temporada, tras las derrotas ante el Sevilla (Liga) y Celta (Copa) en el mes de enero, los visionarios vaticinaban un final de temporada catastrófica para los blancos. Sin embargo, ya sabemos cómo terminó esa historia: Liga y Champions en la vitrina. En comparación con el cristal de Murano, el resto de vidrios carecen de valor. Y es que este material solo es valorado por aquellos que aprecian la calidad.