Pecho frío, así le llamaban
Messi me quitó las ganas de
irme a dormir. Y es que, en plena madrugada, lejos de las fronteras españolas, Leo volvía hacerlo. En un día donde todos los focos se fijaban en los dos
astros del fútbol mundial, ambos consiguieron sus objetivos. Bueno, en ellos y en el ridículo histórico que
protagonizó el independentista indeciso de Puigdemont, pero eso es otro
apartado distinto.
Argentina necesitaba a su
estrella, a su capitán, a su leyenda. La posibilidad de que la albiceleste se
quedase fuera del mundial era más que probable. No obstante, Messi no estaba
por la labor y se puso manos a la obra. Desplegando todo su fútbol, definiendo
como él solo sabe hacerlo. Bajaba a recibir el balón cuando al equipo le
costaba crear juego. En definitiva, Messi clasificó a Argentina, o lo que es lo
mismo, Leo es Argentina.
Los chicos de Sampaoli no
hicieron un gran partido, incluso estuvieron bastante flojos en defensa. Pero es
lo que tiene tener a Leo, que en muchos partidos, es más que suficiente. Messi se crece
en las grandes citas, y ayer era una de ellas. No por el escenario en sí, sino
por la necesidad imperiosa de clasificarse para el mundial, para evitar lo que
habría sido considerado como un fracaso nacional. El astro argentino lo sabía,
sabía que era la noche decisiva, la del todo o nada, la suya, y él no falló.
En Argentina lo han llamado
pecho frío, lo han tirado a la cuneta miles de veces, e incluso le llegaron a
decir que se quedase en España y que jugase con nuestra selección. ¿Saben qué
les digo yo a esas personas? Dadme a Leo, por favor. Dádnoslo, y volveremos a
ser campeones. Renegar de Messi es renegar del mejor regalo que el fútbol les
ha podido dar a los argentinos contemporáneos de la estrella de Rosario.
Argentina, una nación donde
el fútbol es una religión y su capitán es su mesías. Hace tan solo unas horas
que se terminó el partido, y sigo sin tener sueño. Leo consiguió desvelarme, me
despojó de mi somnolencia. Messi tendrá otra oportunidad de obtener su tan
ansiada copa del mundo. Un mundial es más grande si Argentina está presente,
por el color de su afición, por la pasión de sus hinchas, y especialmente, por
la presencia de su estrella. Un jugador indefinible, que ha conseguido cambiar
los pitos por aplausos, lo complicado por lo fácil, y todo esto al compás de su
zurda.