¡Alerta en París!
Durante el encuentro amistoso Francia-Alemania se escuchó una explosión. Los espectadores presentes en el estadio lo entendieron como algo propio de las aficiones y ovacionaron el estruendo. Lo ocurrido en los alrededores del estadio de la ciudad parisina ya es conocido por todos. El problema mayor es que aún no hay una cifra exacta de fallecidos, por lo que la cifra puede seguir aumentando.
Pero, ¿por qué hablar de esta MASACRE en un espacio relacionado con el deporte? En primer lugar, porque ocurrió en los alrededores de un partido de selecciones de fútbol. En segundo lugar, porque esto puede ser aún peor. Se deben tomar medidas drásticas de cara al futuro. Medidas extremas, porque esto puede repetirse y a mayor escala, si es que es posible.
Lo que más temo, lo que más me aterra, es que en junio de 2016 es en ese mismo país donde se celebra la Eurocopa. Me preocupa que el evento deportivo más importante de nuestro continente se convierta en la ocasión perfecta para esa chusma sin escrúpulos. No me preocupa que el torneo pueda suspenderse, en circunstancias de este tipo eso carece de valor, lo que me aterra es la cantidad de personas que irán a vivir ese torneo. Imaginar la cantidad de personas que puede haber en la ciudad de París en unos cuartos de Eurocopa. Pensar cómo puede ser la situación si estos individuos deciden atacar otra vez, las consecuencias pueden ser mucho peores.
Hoy mi pensamiento, como el de millones y millones de personas, están con las familias afectadas de la tragedia de París. Con las personas que tuvieron que ver como su vida peligraba. Con esos niños que fueron a ver un partido de fútbol y se encontraron con una situación horrible. Y en especial, con esas personas que perdieron su vida, tan solo porque un ser deshumanizado decidió que así tenía que ser. El mundo entero ha mostrado su solidaridad a Francia. Tan solo espero que entre todos acabemos con estos HIJOS DE PUTA que no solo quitan vidas por doquier, sino que siembran el terror en el resto del mundo.
Lugares importantes de todo el mundo lucen hoy los colores de Francia. La Torre Eiffel, en cambio, está apagada.